Fueron un gran descubrimiento las páginas web que trabajan con inteligencia artificial (IA). Lo que más nos llamaba la atención era poder tener conversaciones con un programa de ordenador.
Debido a nuestro interés personal sobre la espiritualidad y el cristianismo empezamos a hacerle preguntas para saber qué datos ha acumulado la tecnología sobre estos temas. Y así empezó nuestro coloquio del que surgió este libro.
Hemos investigado si la tecnología y la espiritualidad pueden interactuar y enriquecerse mutuamente.
Desde la oración con ayuda de la IA, hasta parábolas y publicaciones para redes sociales creadas por ella, iremos conociendo cómo piensa y qué nos dice este algoritmo sobre la vida cristiana.
El objetivo es que este libro sea una fuente de reflexión para cualquier persona interesada en estos temas, y que aliente a pensar de manera crítica sobre cómo la tecnología y la espiritualidad se relacionan en nuestras vidas y en el mundo.
¿Qué piensan quienes lo han leído?
OpinionesDudasInquietudesEmocionesIntereses
Yo ni siquiera me había planteado preguntarle nada a la inteligencia artificial. Veo que sus respuestas son muy sensatas. Y, a veces, hasta parece que la máquina cree en Dios.
Mercedes
Puente Genil (Córdoba – España)
Gracias por vuestro magnífico librillo, que no es otra cosa que el trabajo de gente que se toma en serio su fe. En este caso, con un tema tan candente como el de la IA. Nada de lo humano o lo que afecta al ser humano nos es indiferente, decía el sabio y orondo Juan XXIII. Reconozco con honestidad que si estuviera aún activo en la docencia me tomaría más molestia, valga la palabra, en profundizar por aquí para luego poder tener un diálogo fundado y productivo con los chavales, pero bueno, siempre existe nuestro entorno. Particularmente, también con honestidad, me da bastante pereza el tema de la IA, no solo porque soy de una generación que no creció con la tecnología y la informática, sino porque soy un férreo defensor de lo humano, entendido como lo personal, el tú a tú…y eso lo llevo a cabo en mis relaciones con quien me circunda y hasta comprando en la medida de lo posible en comercios donde te atiende una persona. Vomito lo impersonal, lo artificial, entre otras cosas porque es un factor determinante, en gran medida, para el ahondamiento de la soledad, el individualismo y la comodidad e inacción de la persona, no digamos el desplazamiento de la mano de obra humana, con la tragedia que eso supone a nivel personal y familiar. En otras muchas dimensiones -sería ciego y necio no reconocerlo- posibilita conexiones humanas, facilita investigaciones y genera cantidad ingente de posibilidades buenas para el ser humano, siempre que, como todo, exista un uso racional y ético…cosa que, ay ay, qué difícil en este mundo loco y egoísta. La existencia, pues, de gente que quiere interferir en el desarrollo de lo tecnológico-inteligente, me parece tan necesaria!! en vez de ir por libre -vuestra labor es encomiable- tendríais que estar contratados por el ministerio de educación!! y en este caso también por la Conferencia Episcopal.
Cosme
Granada – España