Cuando pienso en presentarme, miro qué considero cosas importantes de mí y que quiero que, quien se interese por algo mío, conozca. Lo primero que me viene a la mente es que mi color preferido es el rojo. Es importante para mí que lo sepáis.

Hace ya muchos años, cuando conocía a alguien, aparecía en mi mente un color, cosa que no se lo he dicho a casi nadie, y quizá por eso he ido perdiendo esa capacidad, o es que ya no me fijo… Me ha gustado mucho investigar sobre los colores en general (el verde, por ejemplo, se relaciona con la sanación; el rojo se usa mucho en márquetin de comidas porque activa las papilas gustativas…). Supongo que también tiene que ver mi formación en óptica o, quizá me interesé en la óptica porque me gustaban los colores… no tengo claro si una cosa fue antes que otra, o no.

Desde pequeño me han gustado mucho los números. Siempre se me han dado bien las ‘mates’, y disfruto con juegos de cuentas. Antes mi número preferido era el 8. Ahora no hay uno en particular que sea especial. Me gustan más los impares, eso sí, el 7, el 11, el 23…

(Dicen que Jesús estaba predicando y, de repente, dijo: f(x)=ax^2+bx+c Entonces todos comprendieron… que hablaba de una parábola…).

Cosas importantes de mí. Foto mía creada con IA

Más cosas importantes de mí: También me ha gustado desde pequeño la tecnología. Me manejaba bien con los primeros ordenadores que salieron, y, por mis grandes espacios de tiempo en los que estaba solo, les dedicaba muchos ratos. Sigo con esa ‘afición’, que me está llevando a investigar con la inteligencia artificial (IA): un mundo que me parece fascinante. 

Esto de la tecnología es, precisamente, una de mis muchas contradicciones. Conforme he ido investigando sobre lo que se necesita para que funcione, he descubierto que entrenar un simple sistema de IA genera una emisión de dióxido de carbono similar a la de cinco automóviles a lo largo de todo su ciclo de vida. Además, cada microchip, cada componente de nuestros ‘amados’ aparatitos digitales está formado por decenas de minerales, que provienen de todos los rincones del planeta y llegan a las líneas de producción orientales dejando detrás un largo reguero de golpes de Estado, guerras, esclavitud y conflictos derivados de su explotación.

Esta materialidad conflictiva tiende a ocultarse, y va muy en contra de mis valores. Pero es lo que está actualmente moviendo a esta sociedad a la que pertenezco, y por eso me debato conmigo mismo… 

¡Cuéntame algo de ti!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Verificado por MonsterInsights